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¿Cómo así que no es momento de disputas políticas?

Por: Felipe Anzola Hinestroza

Una cosa es la política partidista y otra muy distinta es la política propiamente dicha, pero en Colombia nos hemos dedicado a confundir ambos conceptos y a entender todo en términos de partidos y de bandos. Así, para muchos colombianos, únicamente hace parte de la discusión política quien hace campaña, quien promulga los ideales de alguna persona o conglomerado, etc. Pareciera entonces, que hemos comenzado a pensar que la política no es una condición de todos los seres humanos en nuestra actividad diaria sino de unos pocos. Ahora bien, estos comportamientos tienden a intensificarse en contextos como el actual: los candidatos presidenciales preparan sus campañas y propuestas y aprovechan los hechos recientes de forma oportunista. Esto puede causar un profundo desprecio por la actividad política para algunas (muchas) personas.


Hace poco vi tres intervenciones en Twitter que me llamaron profundamente la atención. Eran de Petro, Duque y Fajardo. Los tres dejaban ver sus más profundas luchas políticas: Duque, usando las masacres para atacar al gobierno Santos; Petro, valiéndose del mismo hecho para demostrar afinidad con ciertas comunidades; Fajardo, reiterando su negativa a unirse con Petro. Las tres intervenciones causaron la misma reacción en la audiencia: “No es momento para discusiones políticas”. Entendí la razón por la que la gente rechazaba los tuits de aquellas figuras públicas. Definitivamente, no es momento para una lucha política que se limite únicamente al partidismo, a las amistades, o a la vanidad de quienes —se supone— tienen las herramientas para incidir en el destino de la Nación. 

Sin embargo, el sentido literal de la frase me causó mucho desconcierto. ¿Será que en Colombia estamos esperando una solución apolítica que logre resolver las masacres, la pobreza, la desigualdad? ¿Por qué despreciamos tan profundamente las disputas políticas en un momento en el que, a la vez, se está pidiendo que replanteemos las bases del contrato social que nos fundamenta como país? Actualmente, estamos atravesando uno de los momentos más críticos de nuestra historia reciente. Estamos viviendo una crisis económica sin precedentes, las personas desconfían de las instituciones, las noticias sobre masacres en aumento inundan los titulares de los periódicos… Y, por si fuera poco, hay un virus que nos ha arrebatado vidas invaluables y libertades básicas como la de movilizarnos. ¿Realmente confiamos en una solución apolítica para todo esto? 

Creo que es ingenuo pensarlo de esa forma. Las soluciones que no generan un choque de valores e ideales, solo evidencian la existencia de una postura política que predomina, que inhibe los conflictos y que, probablemente, descarta a aquellos que tienen intereses y visiones disímiles. Si queremos esto, entonces sigamos rechazando la “disputa política” en momentos en los que empiezan a verse las consecuencias materiales de una historia caracterizada por la exclusión. Por mi parte, tengo más confianza en una solución que implique conflicto, que dé para hablar y discutir, pero que incluya posturas e ideas diversas (lo que sería mal llamado la solución “política”), y que se perfeccione a la luz de la deliberación crítica.

En este sentido, quiero llamar a la reflexión a aquellos que no hemos sido sistemáticamente excluidos de la actividad política, que podemos expresarnos sin sufrir mayor censura y que tenemos acceso a distintos medios que nos permiten educarnos y aportar diariamente al debate de relevancia nacional. Estamos frente a una situación que exige nuestra participación y que, más que nunca, requiere discusiones políticas profundas y transparentes. Es momento de entablar conversaciones complejas e incómodas que, por ejemplo, nos permitan construir un sistema tributario más equitativo y eficiente; una legislación laboral justa pero flexible, que se adapte a las dinámicas de desempleo que el país enfrenta; una reforma del sistema de participación ciudadana, entre otras cosas. De este modo, así Petro, Fajardo, Duque y muchos otros políticos busquen arrebatarnos el significado de lo político por medio de luchas vanidosas entre ellos, debemos ser capaces de apropiarnos de este tipo de peleas que determinan el destino de nuestro país, porque de lo contrario, seguiremos repartiendo culpas acerca de los problemas que hemos decidido no abordar.

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