G.K. Chesterton señalaba un caso algo particular en Orthodoxy (1908):
“Si un hombre afirma que él es el auténtico Rey de Inglaterra, no basta con señalar que las autoridades reales dirían que este sujeto es un loco; puesto que si dicho hombre fuese realmente el auténtico monarca esa sería la respuesta más sabia que los impostores podrían dar”. Si bien es cierto que nuestro misterioso sujeto seguramente no es un verdadero monarca, refutarlo pasa de convertirse en una tarea que parecía sencilla a una llena de obstáculos. Después de todo, ¿en qué momento deja su lógica de ser precisa? Podría incluso ser que algunos ingenuos cayeran en su elocuente discurso y que fueran capaces de elevar banderas y escudos como símbolo de lucha por su noble causa… Revisando las propuestas hechas por el Comité del Paro, hubo tres ideas que llamaron la atención de los medios económicos: la “matrícula cero”, los subsidios a las Mipymes y la polémica introducción de una renta básica garantizada de un salario mínimo (Salazar, 2021). Seguramente pocos se opondrían a estas ideas. No conozco a nadie que piense que la educación no debería ser para todos, ni que los pequeños productores no deberían tener oportunidades de crecimiento o que la pobreza no debería ser erradicada. Pero, contrario a la acogida que le ha dado nuestro pueblo marchante a estos ideales, siento que estas no son más que dulces palabras vacías. La principal crítica que tengo contra nosotros como colombianos es nuestra falta de responsabilidad para crear Estado. Venimos de sepultar una reforma tributaria ambiciosa (sin ser esto sinónimo de mala) que planeaba ajustar los balances del país con el fin de pagar una fuerte deuda y someternos a un gasto sostenible. No contentos con haber diezmado este esfuerzo, decidimos ignorar este problema y ahora demandamos nuevas medidas que implicarían un gasto aún mayor. La República, a través de Salazar (2021), acepta el reto y lanza un estimado del costo esperado de dichos proyectos: 800’000 millones de pesos para las matrículas cero, casi siete billones para las Mipymes y 74 billones para la renta básica garantizada. No me extraña, pues como buenos colombianos que somos, hemos comenzado a imaginar un maravilloso gasto sin haber conseguido los pesos con qué pagarlo. Lo más preocupante de esto es que así como el Gobierno está desconectado de la realidad social del país, nosotros como ciudadanos estamos alejados de la presión financiera y económica de Colombia. Es así como creemos que merecemos recibir un torrente de beneficios sociales por las dificultades que enfrentan nuestras familias, pero nos excusamos de aportar porque somos parte de la clase media, porque no debemos convertirnos en un Estado paternalista o porque nuestros estimados políticos se roban los impuestos (siendo este último un debate interesante para una futura ocasión). Es fácil dejarse seducir por las dulces propuestas que parecen ser la solución final de nuestras quejas, pero debemos dudar de la viabilidad de dichos proyectos y formular soluciones que realmente afronten el conflicto socio-económico que vive el país en el mediano y largo plazo. Mi propuesta: Si deseamos plantear un verdadero cambio social debemos realizar dos cosas puntuales. En primer lugar, Colombia debe aumentar sus ingresos tributarios y esto requerirá un esfuerzo de nosotros como ciudadanos, más allá del 1% de los hogares ricos del país que declaran impuestos como personas naturales (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 2020). Necesitamos una reforma tributaria ambiciosa. Segundo, debemos plantearnos proyectos sociales realizables para nuestro país. No podemos reducirnos a nombrar propuestas que en total sumen más de 80 billones de pesos, más aún cuando el país tiene una deuda de más del 60% de su PIB (Amaya, 2021) y nos rasgamos las vestiduras por un intento de recaudar 23 billones de pesos [como lo proponía la reforma caída]. Seguramente potenciar o incluso crear nuevos programas de transferencias condicionadas (como Familias en Acción) puede ser un primer paso. Así como el loco de Chesterton, el Comité del Paro nos ha mostrado unas propuestas que en su mayoría son irrefutables bajo una perspectiva social. Tienen coherencia lógica, pero no deja de ser una lógica que se mueve en un pequeño círculo: eterno, pero angosto. Frente al ejemplo del que partí, este autor resuelve: “¿Eres el Redentor de este mundo? ¡Pero qué pequeño mundo debe ser aquel! […] ¿Es en tu triste y lastimosa carne que el mundo debería apostar su fe?” y agrega, “Debe recordarse que la ciencia más práctica no pretende argumentar contra la locura como si fuese herejía, sino que simplemente busca romperla como si fuese un simple hechizo”. La invitación es que salgamos del encanto de estas propuestas afables pero irrealizables. Y en lo que a mi concierne, no pienso poner mi fe en dichos reyes y redentores que no son más que tristes locos. Referencias Salazar, Carolina. Pliego de peticiones del Comité del Paro tendría un costo aproximado de $81 billones . La República. 2021. Pliego de peticiones del Comité del Paro tendría un costo aproximado de $81 billones. La República. 2021, Vols. viernes, 7 de mayo de 2021. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. 2020. Estructura tributaria Colombia, LAC y OECD. [OECD Revenue Statistics 2020] NA : s.n., 2020. Amaya, Juan Sebastian. 2021. Colombia cerró 2020 con una deuda pública superior a 61% del total de la economía. La República. 2021, Vols. martes, 19 de enero de 2021 . Chesterton, G. K. (1908). Orthodoxy by G. K. Chesterton. Independently published. https://doi.org/10.1080/17511321.2017.1291713 |