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La lucha contra el sistema patriarcal: una lucha de todos​



Por: Violeta Brock. 

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Al hablar de patriarcado, es fácil caer en el error de pensar que las únicas víctimas hemos sido las mujeres. En los últimos años, se ha relacionado el término “feminismo” con un movimiento que pretende oprimir al género masculino y posicionar al femenino en una posición de superioridad. Se ha llegado tan lejos como a asimilar a las mujeres miembros de este movimiento, al partido nazi de la segunda guerra, ignorando lo irrespetuoso y poco acertado que es dicha asimilación. Es cierto que las mujeres hemos sido víctimas de discriminación y violencia de género por más tiempo del que podemos imaginar. Hemos tenido que luchar por nuestros derechos, y hoy en día hemos normalizado e incluso internalizado esta violencia.


Indudablemente, la lucha por la igualdad debemos darla todas las mujeres; sin embargo, no podemos pensar que somos las únicas a quienes este sistema ha hecho daño. Es claro que la única forma de acabar con el machismo y lograr una muy necesaria igualdad(1) es con la abolición del sistema patriarcal, pero no podemos hacerlo solas. Todos tenemos que luchar por esta causa, y para que eso ocurra, es clave caer en cuenta de que los hombres han sido víctimas y se han visto perjudicados por el sistema en el que vivímos igual que nosotras. 


Es importante aclarar que el término “patriarcado” no se refiere al género masculino. No se pretende usar como un ataque a todos los hombres, ni se refiere a una supuesta decisión masculina de oprimirnos. Es una creación histórica elaborada por el hombre y la mujer(2), y ha sido utilizada para designar un tipo de organización social en el que la autoridad y el poder recaen en el varón jefe de familia(3). De ahí se entiende que el patriarcado establece el dominio masculino sobre los miembros de un grupo familiar y social, dentro del cual se encuentra la figura femenina.


Para establecer y fortalecer el sistema patriarcal, se definió el término de “hombre” y de “mujer”, cosa que resultó ser problemática. Así como los hombres y las mujeres somos materialmente diferentes, los hombres tampoco son todos iguales. La idea del hombre se construyó alrededor del paterfamilias romano, el hombre de la casa, fuerte, y protector. Por otro lado, se definió a la mujer como frágil, sensible y delicada. Se dejó a un lado la posibilidad de que las mujeres pudiéramos ser fuertes, protectoras, y capaces; y del mismo modo, la de que los hombres pudieran ser frágiles, sensibles y delicados(4). Su consecuencia fue una expectativa imposible de alcanzar, porque todos los seres humanos somos sensibles, sin importar nuestro género. Además, porque es necesario para todos desarrollar nuestra inteligencia emocional y sentimental. 


A lo largo de la historia, no se les permitió a los hombres ser sensibles, se esperó de ellos valentía y fortaleza(5), situación que puso trabas en su desarrollo sentimental. Junto con esto, la sociedad patriarcal (al ser basada en la familia tradicional) fue excluyente también contra la comunidad LGBT. Esta comunidad se caracterizó por hombres que se permitieron a sí mismos sentir, fueron considerados femeninos y como consecuencia discriminados. Se relacionó la sensibilidad masculina con la homosexualidad, y se empezó a utilizar como insulto. Desembocó en un machismo internalizado que logró que actualmente, la gran parte de los hombres no se den  cuenta del daño que esto les causa. Sufren constantemente todos los días sin darse cuenta. Son víctimas, pero no lo saben. 


El peligro recae en que el sufrimiento silencioso ocurre en el inconsciente. Nacimos en una sociedad que enseñó a los hombres a no hablar de sus sentimientos y a no compartir entre amigos su vulnerabilidad(6). Es por esto que los índices de salud mental y suicidio masculino son tan alarmantes. En Colombia, por ejemplo, se registraron en el 2015, 2.068 suicidios, entre los cuales el 80,03% de las víctimas fueron hombres. Esto significa que por cada mujer que acabó con su vida ese año, cuatro hombres lo hicieron también(7). La poca tolerancia por la vulnerabilidad y sensibilidad masculina llevó a que pocos busquen ayuda psicológica cuando la necesitan, se les ha inculcado miedo en pedir ayuda.


Aunque podría hablar más sobre este tema y desarrollarlo a fondo, concluiré con hacer énfasis en lo peligroso que es sufrir en silencio y en lo importante que es el desarrollo emocional y sentimental. Vivimos en una sociedad llena de hombres inestables y poco inteligentes emocionalmente, con miedo de pedir ayuda o aún peor, convencidos de que nunca la necesitarán. Aunque esa opinión es inspiradora y positiva, es completamente idealista. Todos deberíamos poder expresar nuestros sentimientos, y ninguno está exento de necesitar ayuda en algún momento de la vida. Es momento de darnos cuenta de que la lucha contra este sistema social no es sólo de las mujeres, de que a los hombres les beneficia igual que a nosotras, y que hasta que no lo hagamos juntos, no llegaremos a ningún lado(8).

Pie de página:
1.  Cabe aclarar que la igualdad de la que se habla es una igualdad material. Es claro que los hombres y las mujeres somos diferentes biológicamente (aunque también al respecto de esto existen, aún al día de hoy, varias ideas equivocadas) y que la igualdad que se pretende conseguir con la lucha del movimiento feminista es una igualdad formal ante la ley y la sociedad; sin embargo, para efectos de este texto no desarrollaré este tema específico.
2.  Lerner, Gerda “La creación del patriarcado” Editorial Crítica, 1990
3.  Cobo, Rosa: “Fundamentos del patriarcado moderno” Ediciones Cátedra, 1995
4.  Nótese que no pretendo usar estas palabras de manera despectiva. Está totalmente bien ser frágil, delicado y sensible, también si es sólo de vez en cuando. Es incluso necesario para un buen desarrollo sentimental y emocional. También es importante mencionar que no TODAS las personas se han acogido a esas definiciones. Es cierto que muchos hombres aceptan y ven la posibilidad de que las mujeres sean todas estas cosas tradicionalmente “masculinas”, y que algunos hombres se permitan a sí mismos ser delicados y sensibles; pero a su vez es cierto que la sociedad en general las ha adoptado, y esto ha traído consecuencias que nadie puede negar.
5.  Términos que fueron equivocadamente considerados como incompatibles con los sentimientos y la delicadeza.
6.  Ya que si lo hacían, eran discriminados. Tildados de “maricas”. Como si fuera el peor insulto del mundo. Realmente lamentable.
7.  Montoya Gómez “Comportamiento del suicidio. Colombia 2015”. Centro de Referencia Regional sobre Violencia - Medellín.
8.  Para profundizar sobre el tema, recomiendo el siguiente artículo:
https://www.thealternativeviewfinder.com/blogposts/whatrealmencrylike?format=amp
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