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3/2/2020 0 Comentarios

Mi accionar trasciende: De lo micro a lo macro

Siempre he pensado que el comportamiento individual de la persona y sus acciones cotidianas pueden llegar a influir a nivel macro. Y es que desde mi percepción, el mayor problema de nuestra sociedad es subestimarnos a nosotros mismos y convencernos de que nuestras iniciativas no van a generar mayor cambio. Vivimos aferrados a expectativas de un futuro incierto, estamos acostumbrados a aplazar y sobretodo a creer que es en nuestro futuro trabajo donde vamos a impactar. No me malinterpreten, soñar está bien, pero quién no ha dicho cosas como: “La situación del país es preocupante, pero cuando sea abogado/médico/politólogo/arquitecto voy a luchar para hacer de Colombia y el mundo un mejor lugar”. Quiero pensar que todos hemos dicho esto alguna vez; pero a pesar de que es algo alentador de oír, creo que son palabras vacías. Independiente de la etapa de la vida en la que se encuentre quien quiera que esté leyendo estas palabras, nunca es tarde para adquirir hábitos o proyectos que busquen una mejora social. Sin embargo, es evidente que lo que busco es llegar a las jóvenes generaciones, razón por la cual les pregunto a ustedes: ¿van a esperar a terminar el colegio y la carrera, por allá hacia el 2030, cuando ya haya poco o nada para hacer por nuestra sociedad? Pues no, estamos equivocados si nos consolamos con esa forma de ver la vida. Las acciones que hagamos desde nuestra universidad, colegio, o simplemente desde nuestra casa, nunca van a ser pequeñas si buscan un cambio social para bien. Si todos pensamos así, algo, así sea mínimo, vamos a lograr hacer por nuestra sociedad.

Un claro ejemplo de esta problemática es la frase “Yo para qué voy a ir a votar si ya ganó ese otro candidato” y sus efectos, evidenciados en el fenómeno de la abstención. Sí, son muchas las causas por las que existe la abstención: pereza, dificultades en zonas rurales para acceder al voto, indiferencia, carencia de fe hacia los políticos, o indecisión (y no creencia en el voto en blanco). Pero, ¿reconocen esta frase?: “A mí me gusta X, pero toca votar por Y para que Z no gane” A pesar de que eso es un “juego” democrático normal, ¿qué pasaría si todas aquellas personas que piensan así, cambian su mentalidad y votan por el que quieren? Por ese candidato que probablemente no tiene maquinaria, un partido político que lo respalde, o simplemente le hace falta un poco de convicción de la gente. Algo grande se podrá hacer con el 46% de abstención (Ej., presidenciales 2018) y con las personas que votan obligadas por ese “Z” con poder político. 

Otro ejemplo de que el accionar individual sistemático de una persona puede generar gran impacto, es en el medio ambiente, específicamente en el ahorro de agua. Según la OMS una ducha en promedio dura diez minutos, lo que significa 200 litros de agua. Para disminuir este descomunal desperdicio de agua la OMS plantea las siguientes acciones: uso de duchas de bajo consumo; cerrar la llave mientras se enjabona o afeita y reducir el baño a cinco minutos. Para darles una idea del impacto que se puede causar solamente reduciendo el tiempo de baño les daré las siguientes cifras: la reducción de cinco minutos de baño en cien personas que adopten el hábito equivale en agua a 10,000L, lo que en hectolitros es 100HL, es decir 50 barriles de 2HL, lo que grosso modo es mucha agua que se está ahorrando.
Así pues, podemos evidenciar que el voto SÍ trasciende, las acciones responsables y positivas que cada uno realiza en su cotidianidad SÍ trascienden, SÍ impactan; pero solo lo hacen si todos entendemos esta filosofía y la ponemos en práctica. Tal vez esto es lo más difícil, pero me conformo con que los lectores de La Frontera lo pongan en práctica e innoven y tengan hábitos sanos y responsables para con la sociedad. Un ejemplo claro y fácil de realizar son los cinco minutos de baño de cien personas, así que si lee esto y lo aplica estaríamos generando todos un impacto a nivel macro. El día que todos entendamos esto y lo interioricemos, el día que las escuelas enseñen que el voto es un deber, y así como exigimos derechos debemos cumplir con un mínimo de deberes; ese día vamos a tener una sociedad que por lo menos se apersona de su contexto, y puede criticar los fenómenos sociales y políticos de manera legítima. Eso sin hablar de los cambios que traería para el medio ambiente, el transporte, la política y demás. No importa la disciplina, mientras tenga un mensaje social todo vale, y tampoco importa la magnitud, la plata o la infraestructura, las cosas pequeñas pueden lograr cosas muy grandes. ¡Anímense a luchar, innovar y mejorar sus comportamientos individuales, y no esperen un incierto futuro para cambiar algo que ya no se pueda! No se tiene que ser político o profesional para realizar un cambio.
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    Autor

    Tomas Lizcano

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