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30/1/2020 1 Comentario

Odio las columnas de opinión: Una columna de opinión

Si tuviera que estimar las veces que he dicho que odio las columnas de opinión, y que definitivamente no quiero escribir una, diría que, solo en el último mes, sobrepasan las 20. Las columnas de opinión suelen parecerme incendiarias, poco objetivas, y, a veces, incluso mal fundamentadas. A mi modo de verlo, estas características son precisamente lo que La Frontera trata de combatir y replantear. E incluso, a un nivel más personal, son lo que trato de evitar en mis escritos, conversaciones, y visión de mundo. “Buscamos la concordia”, decimos en nuestra página, nuestro ensayo introductorio y todas nuestras publicaciones, y entonces, me pregunto ¿qué coherencia tienen las columnas de opinión, tan poco conciliadoras, con este principio? Y es con base en las reflexiones que surgieron de esta pregunta que escribo esta primera columna de opinión. 

Hace varias semanas, al empezar a planear mi primera columna, decidí que el primer paso para encontrar inspiración sería, naturalmente, leer columnas de opinión, entonces proseguí a leer todas y cada una de las columnas de opinión de las últimas diez ediciones de Semana, con la esperanza de encontrar algún columnista cuyo estilo resonara con el mío. No encontré ninguno. Leí más de cincuenta columnas de opinión, sobre una amplia variedad de temas y escritos por una amplia variedad de autores. Y no encontré una columna que se adhiriera a los principios con los que yo quería escribir. Este fue el primer momento en el que dije “Odio las columnas de opinión”. 

Con base en esta preocupación, a mi mamá le pareció pertinente iluminarme sobre la historia de las columnas de opinión, información que me hizo ver la tarea que tenía enfrente desde una nueva óptica. En 1729, el inventor y político norteamericano Benjamin Franklin empezó a publicar su propio periódico, The Pennsylvania Gazette. Este fue el primero que, según la historiadora Jill Lepore (2018), publicó columnas de opinión. “En sus páginas, [Franklin] luchó por la libertad de prensa” (Lepore, 2018, p. 61), y dijo alguna vez que, como “las opiniones de los hombres son tan variadas como sus caras” (Franklin, 1731), el deber de la prensa era exponer todas las opiniones sobre un hecho al público, y permitir que así se definiera la verdad. Entonces, pensándolo mejor, la creación de las columnas de opinión pretendía defender la libertad de prensa y de expresión, y la convergencia de las opiniones de las personas para llegar a definir lo que era verdad. Claramente, este es uno de los propósitos más importantes de La Frontera, entonces ese asunto quedó resuelto. 

A decir verdad, había otro factor que me hacía dudar sobre el valor de las columnas de opinión, y es que siento que no hay mucho que yo pueda decir sobre actualidad que algún experto no haya dicho, seguramente mejor y con más autoridad. En realidad, ¿a quién le importa lo que yo piense? Objetivamente, esta preocupación surge de esa inseguridad que nos dice que no tenemos nada valioso que decir, o que no sabemos lo suficiente para opinar con autoridad, o que lo que escribamos va a estar mal. Pero es ahí en donde entra el valor de escribir opinión; el propósito no es informar a los lectores de La Frontera sobre algún tema del que yo sé mucho (porque probablemente no sea el caso), el propósito es retarme a formar opiniones informadas y, con disciplina, desarrollar argumentos estructurados que las respalden. También es un ejercicio que obliga a cuestionarse la validez de las ideas, a preguntarse: ¿qué creo?, y aun más importante: ¿por qué lo creo? 

En conclusión, La Frontera nos invita a todos a no comer entero, a hacernos este tipo de preguntas y a aprender a pensar estructurada y críticamente, cuestionando sistemáticamente las premisas con base en las que argumentamos, ejercicio que nos puede llevar a los puntos que tenemos en común con los demás. Escribir opinión es una actividad que obliga al columnista a hacerse estos cuestionamientos, a argumentar y reflexionar. Y, además, escribir para La Frontera es una oportunidad para redefinir lo que son las columnas de opinión, para cambiar lo que me molesta del estilo que predomina en el país. Entonces, aunque va a ser un reto, puedo decir que ya no odio las columnas de opinión, y voy a aprovechar la oportunidad de pensar y escribir como quiero y sobre lo que quiero, invitación que extiendo a ustedes, lectores, para que piensen y escriban sobre las cosas que les importan, siempre en busca de La Frontera que une.
1 Comentario

    Autor

    Mariana Crane

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