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Sigamos privatizando la salud

Autor: Anónimo 

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El Estado colombiano se ha destacado por brindar a sus ciudadanos algunos servicios básicos para cumplir con los estipulado en la Constitución. Entre aquellos, podemos encontrar los excelentes servicios de salud, los maravillosos colegios públicos, los muy eficientes fondos de pensiones, entre otras muy renombradas y bien vistas instituciones.
Los derechos fundamentales, como cualquier derecho, son para todos. En ese sentido, el Estado debe cerciorarse de que todos los colombianos tengamos acceso a la salud. El sistema público implementado para esto es maravilloso… Tan bueno que los ricos decidieron dejárselo a los más necesitados para que puedan gozar de sus ventajas: su agilidad, gran servicio y alto desempeño profesional y tecnológico, mientras ellos pagan más para obtener lo mismo, sólo un poquito mejor.
Hoy estamos inmersos en el debate que supone aceptar o no la compra de vacunas a privados. Buenísimo: con nuestro gran sistema de salud, los bajos niveles de corrupción y sobre todo la gran oferta de vacunas en el mercado, ¿qué mejor que quienes puedan comprar las vacunas lo hagan y dejen más a los que las necesitan? Con este Estado tan bueno y eficiente en ningún momento llegaremos a afectar el derecho a la salud… ¿o sí?
Dejando de lado el chiste, el Estado colombiano es corrupto y pésimo en sus funciones. Las EPS no sirven, los colegios públicos tampoco, y no sé cuánto falta para que se reviente el sistema de pensiones ¿Qué mejor solución que permitirles a quienes tienen plata tercerizar el servicio, seguir aportando a la inequidad y avalando que éste se siga prestando de forma mediocre? Pensemos en la siguiente situación: los políticos tienen un sistema de salud privado (prepagada) por el que obtienen un gran servicio, entonces, ¿qué les importa cómo esté el sistema de salud, si sus familias y ellos logran salvarse de los problemas? Ante la necesidad de hacer algo por mejorar el sistema público, quizás aportarán, pero qué afán tendrían de garantizar un buen servicio, si no son sus hijos los que se mueren en la puerta del hospital.
¡Dejemos de reproducir este sistema, evitemos que la vacuna se venda a particulares! Tercerizar la venta de la vacuna permite que quienes tienen plata disfruten de una prioridad (como siempre) un derecho fundamental. Esto dejaría en evidencia que, de una u otra forma, vivimos en un Estado que vende y comercializa los derechos, en lugar de garantizarlos. Sería ingenuo pensar que se pueden vender las vacunas con un enfoque diferencial, cuando la única diferencia que les importa es el dinero.
Manrique, en su texto Permitan las ventas de vacunas a particulares, enfatiza tres puntos fundamentales. A continuación abordaremos y criticaremos cada uno de ellos:
  1. “Que exista un predominio de los intereses y objetivos generales y públicos por encima de los particulares y privados”.
Me pregunto cómo se garantizará este punto, cuando el autor afirma que desde la tercera etapa se pueden comercializar vacunas. En otras palabras, el dinero podrá ponerse por encima de los profesionales de la salud y de quienes presentan comorbilidades ¿Es qué acaso la salud dejó de representar intereses y objetivos generales y públicos?
  1. “Que haya equidad, priorizando en la aplicación de la vacuna a los grupos vulnerables y aquellos de más escasos recursos. Es decir, se deben adoptar medidas con un enfoque diferencial porque, como es sabido, es más probable que, por ejemplo, muera un adulto de 85 años que uno de 25 si ambos contraen COVID-19; también, es más probable que, entre dos personas de 85 años, fallezca la de menor capacidad adquisitiva, pues la más afortunada económicamente podrá acceder a medicina prepagada o una EPS y recibir mejor asistencia médica… Tristemente, así funciona nuestro sistema de salud.”
Si bien en este punto parece que llegamos a una forma de acuerdo al reconocer la importancia de priorizar a las personas más vulnerables, llama la atención cómo el autor identifica la deficiencia del sistema de salud, y su solución no es exigir un sistema eficiente y adecuado para todos los colombianos, sino permitir a quienes tienen dinero salirse de él y seguir promoviendo la adquisición de derechos por parte de las clases favorecidas.
  1. “Que se dé prevalencia al Estado colombiano en la adquisición de vacunas sobre los particulares, teniendo en cuenta la alta demanda internacional de las mismas.”
Ahora bien, si priorizamos la adquisición de vacunas al Estado y, a su vez, como mencionó el autor en el segundo punto, les damos prioridad a los grupos más vulnerables, ¿no tendrían que esperar los privados a que el Estado termine las etapas de vacunación para poder ellos empezar a actuar? ¿No derrotaría esto su propósito? Y, si, por el contrario, los privados tienen la posibilidad de adquirir vacunas, ¿no sería esto privar al Estado de las pocas dosis existentes? 
Volvamos a la situación antes planteada: ¿qué harían nuestros políticos si no existiera la posibilidad de matricular a sus hijos en los colegios privados de las ciudades, o si no existieran los formatos de salud prepagada? ¿No estarían los políticos interesados en garantizar un mejor servicio a todos los colombianos? En esta situación, los políticos se encuentran en una posición que los involucra, haciendo que se interesen por garantizar un mejor servicio para todo el mundo. Así, podrán obtener el mejor servicio para sí mismos, cumpliendo por fin su responsabilidad como servidores públicos. 
De esta manera, seguir permitiendo que se tercerice y comercialice la salud, como en el caso de las vacunas, promueve la legitimación de un sistema corrupto y vacío, interesado únicamente en el bienestar propio, reproduciendo la precarización de la salud de los colombianos y, en general, de todos los derechos. ​
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