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Volver a clase

Autor: Jose Miguel Santamaría
Es desalentador ver que la mayoría de los políticos colombianos no se preocupa por el retorno a clases, presencial y seguro, de los jóvenes de colegios oficiales. En Bogotá no hay clases presenciales (a excepción de un piloto de 19 colegios oficiales que duró una semana) desde mediados de marzo de 2020 y, aunque el distrito ha implementado estrategias mediante plataformas virtuales como #AprendeEnCasa, y ha asumido obligaciones como el préstamo de dotación tecnológica, estas no han sido suficientes para mitigar el impacto negativo de la no presencialidad.
Nos encontramos frente a tres problemáticas presentes en la educación virtual: uno, la brecha tecnológica; dos, la posible pérdida de aprendizaje y, tres, el deterioro de la salud mental. En primer lugar, para mitigar la brecha tecnológica, el Gobierno y las administraciones locales asumieron el reto de suministrar un computador o tableta, y su correspondiente conexión a internet, a los estudiantes que las requirieron. Reto en el que se rajaron. Aunque sacaron adelante “donatones” e invirtieron recursos para disminuir dicha brecha, en Chapinero, según el último informe de septiembre de #AprendeEnCasa, el 31% de los estudiantes no tiene internet en sus hogares, y el 46% no cuenta con computador, ni tableta. (Undécimo Informe de Seguimiento y Evaluación de la Estrategia Aprende en Casa https://drive.google.com/drive/folders/1MGvfam9j9dKjo-zzxzDr66dOKEYzfMyA)
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En segundo lugar, existe una posible pérdida de aprendizaje de los estudiantes debido a los 10 meses de virtualidad educativa, ya que muchos no contaban con las herramientas digitales necesarias; algunos, incluso, tuvieron que aprender mediante Whatsapp, y tampoco hubo acercamiento entre profesores y estudiantes. El Banco Mundial (https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/33945) estima que la pérdida de aprendizaje, de la línea base de 7.9 años, puede oscilar entre un escenario optimista en que se perdió el 3%, un escenario intermedio donde se perdió el 7%, y un escenario pesimista en el cual se pudo perder el 11% del aprendizaje. Además, un estudio de profesores universitarios de Oxford y Estocolmo (https://osf.io/preprints/socarxiv/ve4z7/) asegura que hay mayor pérdida de aprendizaje en los estudiantes cuyas familias tienen un nivel menor de educación —lo cual se traduce en mayor vulnerabilidad—, pues esta brecha es un 40% mayor a la de los jóvenes con padres de mayores ingresos.
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Yo creo que, en Chapinero, estamos en un escenario pesimista, porque es la localidad en la que, porcentualmente, menos estudiantes participaron en la estrategia #AprendeEnCasa (86.7%) y sus resultados siempre han estado por debajo de la media de Bogotá. Chapinero, en 2016, tuvo una absorción inmediata (los jóvenes ingresaron a algún programa de la educación superior el año siguiente de haber superado la educación media) del 22,3%, mientras que la de Bogotá fue de 40.1%; por otro lado, en acceso general a la educación superior, esta localidad siempre ha estado, aproximadamente, 12 puntos porcentuales por debajo del promedio de la ciudad. 
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En tercer lugar, el deterioro de la salud mental se hizo evidente tanto en los colegios oficiales como en los privados, debido a que los jóvenes no pudieron, por varios meses, verse, saludarse y jugar, entre otras actividades que hacían parte de su cotidianidad. La única interacción física que subsistía se daba entre los miembros del núcleo familiar, lo cual perjudicó a los niños y adolescentes en ambientes de violencia intrafamiliar, espacios pequeños y de necesidad. Incluso, este deterioro también afectó a padres y madres de familia, debido a, por ejemplo, la pérdida de sus empleos y el estrés producto de deber acompañar a los menores que, bajo su cuidado, requerían orientación permanente en el uso de las plataformas virtuales, lo cual, lastimosamente, recayó en las madres. (https://www.nytimes.com/2020/05/06/upshot/pandemic-chores-homeschooling-gender.html) . 
Estos problemas patentes suponen grandes retos para el Ministerio de Educación, así como para las secretarías de educación distritales y municipales, pues la brecha entre instituciones privadas y públicas continuará aumentando. Considero que los retos principales radican en la creación de un Plan de Apoyo, Nivelación y Remediación de Aprendizaje que contribuya a recuperar el posible aprendizaje perdido de los estudiantes, según los resultados de cada institución educativa. También, es imperante organizar los protocolos de presencialidad en los colegios oficiales para los niños y jóvenes que pueden asistir a clases, como se hizo en Palmira, Valle del Cauca (http://www.sempalmira.gov.co/alternancia/), y los nuevos paquetes de contenido asincrónico para los estudiantes de alto riesgo frente al COVID-19 o que conviven con alguien en esta condición, en quienes se deben centralizar los nuevos esfuerzos de dotación tecnológica. Por último, la Alcaldía de Bogotá y Fecode (principal promotor de la no presencialidad) deben trabajar conjuntamente —pues sus esfuerzos, hasta ahora, no han bastado— para volver a clases presenciales, y no seguir perjudicando el aprendizaje de los estudiantes de colegios oficiales.​

Si quieres leer mi propuesta para la educación en Chapinero haz click aquí:

plan_panra__1_.pdf
File Size: 2209 kb
File Type: pdf
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