LA FRONTERA
  • Inicio
  • Secciones
    • Columnas de opinión
    • Hechos históricos
    • Biografías
    • Encontrando la Frontera
  • ¿Quiénes somos?
  • Contacto
  • El arte de la violencia
  • La reforma que se cayó por un huevo
  • Violencia obstétrica, una realidad invisibilizada
  • Me llamo Samuel...
  • La violencia detrás de la renuencia a la despenalización del aborto
  • ¿Quién defiende a Claudia?
  • La carencia de empatía en la política colombiana
  • Un argumento feminista a favor de la semi-presencialidad
  • Si, acepto. La vida es el arte de aprender a vivirla
  • Inicio
  • Secciones
    • Columnas de opinión
    • Hechos históricos
    • Biografías
    • Encontrando la Frontera
  • ¿Quiénes somos?
  • Contacto
  • El arte de la violencia
  • La reforma que se cayó por un huevo
  • Violencia obstétrica, una realidad invisibilizada
  • Me llamo Samuel...
  • La violencia detrás de la renuencia a la despenalización del aborto
  • ¿Quién defiende a Claudia?
  • La carencia de empatía en la política colombiana
  • Un argumento feminista a favor de la semi-presencialidad
  • Si, acepto. La vida es el arte de aprender a vivirla
Search by typing & pressing enter

YOUR CART

Imagen

Y la grandeza de la humanidad... ¿Dónde quedó?

Por: José María Silva Abusaid 

Y la grandeza de la humanidad… ¿Dónde quedó? Hoy la humanidad ha sucumbido, y no fue frente a las fauces de un temible monstruo, o bajo el devastador rayo de una fuerza cósmica, fue bajo la viralidad infecciosa de un enemigo que no pudo ver. 

Fue en menos de un instante que la milenaria historia humana hizo una pausa, el planeta tomó un respiro y la libertad se volvió un accesorio. En otras épocas, que un gobierno haya obligado el encierro sería tildado de dictadura, pero hoy somos capaces de sostener que no hay peor tiranía que la del tirano invisible. 

Y la grandeza de la humanidad… ¿Dónde quedó? Por que a pesar de los inimaginables avances en materia tecnológica y científica, la grandeza humana es ahora un imaginario insignificante. Y aunque las versiones discrepan unas de otras, lo temporal y lo eterno, será limitado a la capacidad de apertura de nuestras mentes, de nuestros cuerpos y de nuestro tiempo en este tierra. 

La grandeza humana se ha hecho ausente en la ineficiencia, donde a través de los siglos aquella raza egocéntrica se ha autoproclamado dueña del mundo, y la realidad hoy dicta que el dueño, no siempre es quien manda. Por más irónico que sea, la humanidad empieza a nadar cuando va ya en el fondo del pozo, por lo cual, solo con el tiempo como juez seremos víctimas, o quizá testigos, de la habilidad o deficiencia de la raza de la cual somos parte.

No es por nada que el ser humano necesita estar en contacto con sus semejantes, el encierro puede conducir a la soledad, la soledad a la depresión, la depresión a la locura, y a lo que conduce la locura ha de ser y continuar siendo un misterio. Este tirano invisible hace lo posible por anular la cualidad intrínseca que Aristóteles sabiamente acusó sobre el hombre siglos atrás, poniendo una nueva carta sobre la mesa que pocos han de ser capaces de sortear. 

Las frases del empoderamiento, reservan ya su puesto en el desván, el pensar que es la mente la que dictamina los límites es inconsecuente con la coyuntura del hoy. Solo ansío que aprendamos a desempolvarlas, y que su valor intacto se llegue a encontrar. 

La humanidad no lo vio venir, y su grandeza reducida es evidente ante ese “algo” que ni sus ojos captan, pero los termómetros sí, y sabiendo que mi intención no es la redacción de un prefacio premonitorio, sé que volveremos a abrazarnos, bien sea en el corto plazo o en el mundo más allá de las tumbas que se avecinan con los caprichos políticos de los grandes dirigentes, aunque grandes no sean ya más. Espero que entonces el optimismo sea más contagioso que cualquier virus, y que esta sociedad no se vea sumida en la oscuridad. Pero, volveremos a abrazarnos si la humanidad entera logra que así como no vimos venir la proclama despótica del tirano invisible, logremos que aquel opresor no sea capaz de ver la aproximación de los jinetes científicos de la salud como embajadores de su debacle. 

Y la grandeza de la humanidad… ¿Dónde quedó? Espero yo, que se encuentre erguida y con la frente en alto sobre la tumba o prisión donde residirá aquel tirano invisible. He ahí la grandeza de la humanidad. 
Inicio
secciones
¿Quiénes somos?
Contacto